También pienso mientras ando en combi, con la cabeza recostada sobre el vidrio o mientras camino en la calle. Pienso cuando observo a la gente -me gusta meditar sobre el por qué de su performance en el escenario del mundo (qué cursi)- y cuando leo blogs también, hago una pausa entre línea y línea para pensar en lo que ha dicho el blogger.
Y ahora me detengo y pienso, ¿para qué estoy escribiendo esto? Obviamente no sé exactamente cómo va a terminar el post, solo escribo porque siento que hay algo que tengo que entender, que decirme a mi misma y tal vez lo lograré escribiendo. Inclusive, luego de pensar todo esto lo escribo en el post y ahora tú, amable lector, te ríes y sigues leyendo. Debo estar algo loca, por publicar esto.
Aún ahora no entiendo del todo bien por qué enlazo todo en mis pensamientos, tal vez porque la mente es así, da saltos de una historia a la otra y cuando te das cuenta no entiendes cómo llegaste a ese tema. Pero me ha estado dando vueltas un recuerdo, de cuando tenía 13 años y en mi colegio -de mujeres- celebrábamos la semana de la juventud con campeonatos deportivos. Yo jugaba básket, solía competir en Adecore y todo. No es que fuera buena pero al menos manejaba la técnica.
Suspendida en el aire tras aplicar un doble ritmo frente al aro rival, un espantoso calambre azotó mi pierna y al descender me fui con todo al suelo, empecé a gritar y llorar de dolor (ojalá nunca les de un calambre así). Poco después había un montón de gente a mi alrededor mirando con susto y la "miss Lucy", profe de "educación física" me tocó la pierna y por lo dura que estaba se percató de que, en efecto, era un calambre. Tiempo después yo estaba fuera de la cancha llorando, ya no de dolor sino de rabia porque estaba en la banca, sin poder jugar.
Recuerdo que eramos 2 las -modestia aparte- "estrellas" del equipo. Una estaba ya sentada pues en el partido anterior terminó enyesada. Ser confinada yo también a la banca ya era too much, ¿serían suficientes las otras chicas?, ¿aguantarían los minutos restantes del partido? Yo lloraba y no podía dejar de gritar indicaciones hacia la cancha: "bajen!", "marca a gloria!", "no la dejes lanzar!". Qué importante era para mi ese partido. De vida o muerte. Ya no me acuerdo si ganamos o perdimos, pero qué loco es que, así como esos campeonatos, tantas cosas en la vida de una van pasando y dejan de ser una preocupación para convertirse en un ameno recuerdo.
Pero igual una se sigo preocupando por sonseras. Hoy por ejemplo me estresaba cómo pasaban las horas en mi cama, era domingo, yo no me levantaba, había un sol precioso como para caminar y todo. Y se me estaba yendo la vida pero yo prefería quedarme en la cama escuchando varias veces las mismas canciones de esos discos que tanto me gustan, y pensar más. Recordar.
Tal vez debería pensar un poco menos y hacer más. Divertirme y gozar de todas las cosas. A mi alrdedor veo gente que pasa por lo mismo que yo y se hace menos bolas. Aunque sospecho que no necesitan preocuparse porque tienen a gente como yo que piensa por todos.
Quizá me complico la existencia pensando tanto. Finalmente siempre sigo equivocándome y haciendo cosas de las que quizá no me arrepienta pero que hubiera sido mejor no hacer. Ya me duele un poco la cabeza así que me iré a intentar no pensar.
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