
El momento que más disfruto es el final, cuando tengo las bolsas en las manos (mejor si son cuadradas y de papel o con un diseño especial), camino a través de los pasillos del centro comercial, cruzo la calle o subo al auto con la sensación de ser
invencible.
Algunos piensan que a las mujeres nos deleita tan solo el hecho de gastar el dinero, yo no lo creo o al menos no me pasa eso a mí, que puedo llegar a ser muy tacaña conmigo misma. Lo que me causa placer de comprar es encontrar lo que buscaba o mejor aún, encontrar lo que no buscaba y me sienta genial llevar a casa.
Una amiga me comentó que ella disfrutaba más el momento de la elección, que en un supermercado de otro país se encontró con tantas marcas de un mismo producto, que se sentó en el suelo con una laguna de frascos a su alrededor y leyó las especificaciones de cada uno para decidirse por uno, ante la admiración de muchos.
Muchas mujeres también experimentan todo lo contrario cuando van de tiendas, especialmente cuando buscan ropa. No encontrar tu talla o que la que te pruebas no te quede puede resultar frustrante. Siempre queremos usar la talla más chica posible, para sentirnos menos gordas, pero entre marcas, la talla S no necesariamente es equivalente y aunque casi siempre te queden esos pantalones 28, puedes verte obligada a coger la talla siguiente. Además es recurrente notar recién en el probador que hemos engordado.
Ir de compras en grupo (de mujeres, obvio) también es útil, pues hay más manos y ojos para encontrar el color, la talla, la tienda y el precio que necesitas. Tienes a alguien que puede entrar contigo al probador y decirte cuál prenda te sienta mejor. A veces puedes aprovechar las ofertas de 2x1, 3x1, etc, pues cada una elige una prenda y divides entre todas el precio, sale muy a cuenta. Aún cuando vas sola, no falta alguna mujer que al verte frente al espejo con el vestido, la falda, etc dice "te queda regio" y en el rostro de una se dibuja la sonrisa de satisfacción.
Los hombres parecen pasarla mal cuando van de compras con mujeres. Un amigo me dijo que se aburría porque nosotras nos transformamos, como si entraramos en un trance extraño en el que ellos son ignorados o solo son útiles para sostener prendas y objetos. Es verdad que una no puede comunicarse igual que con una mujer cuando compra, pues los hombres casi no colaboran y no están sintonizados en la búsqueda o buscan lo que a ellos les gusta y no lo que a ti. Las cosas empeoran si no encontramos nada, pues podemos ponernos engreídas, renegonas, quejonas y descargarnos con ellos. Pobres.
Yo disfruto mucho también buscando ropa para hombres. Muchas veces me siento tentada de comprar una camisa, un polo o lo que sea para mis hermanos o para quien sea, porque me parece linda la ropa y creo que les quedaría muy bien. Más divertido aún es buscar ropa para tu pareja, especialmente si te deja recomendarle nuevas opciones y no se cierra en el estilo que siempre ha utilizado, pero eso sucede poco.
Una salida de compras exitosa puede ser un buen remedio para el estrés, y perfecto si termina con un delicioso mcflurry. Luego llegas a casa, sacas todo lo que compraste, si es ropa la tiras a la cama, te la pruebas de nuevo, te fijas con qué otras cosas de tu closet combina y te preguntas por qué $#@% no vas de compras más seguido.
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