El haber visto varias catástrofes -por tv- puede robarnos la capacidad de asombro y hacernos cada día más insensibles.Descubrí que me costó un poco entender la magnitud de los daños del terremoto del miércoles y viendo los reportajes de la noche me quedé pensando. Me terminó de desarmar el estado en que quedó la caleta de San Andrés, en Paracas, uno de los lugares que recuerdo con más cariño de mis viajes por el Perú (la foto es de San Andrés antes del sismo).
Me reí cuando la congresista Lourdes Alcorta le pegó una gritada al fiscal de turno porque no ordenaba el levantamiento de los cadáveres en la Plaza de Pisco. Tenía razón en enojarse de esa manera, ¿en qué está pensando la gente que puede tomar decisiones?
Recuerdo con pena Paracas, su impresionante atardecer y los bellos colores del alba. Necesitamos un mejor plan de acción para este tipo de desastres, no es posible que tanta gente siga bajo los escombros, sin mayor esperanza que yacer allí quién sabe cuánto tiempo más.
Cuando estaba en el colegio, una profesora nos obligaba a aprender poemas y declamar en clase. Uno de los que más me gustó y recuerdo con mayor claridad es Tristitia, de Abraham Valdelomar (natural de Pisco). Tristitia está inspirado en San Andrés de los pescadores, como decía mi libro. La melancolía y la pena hace que me de vueltas en la cabeza:
Mi infancia, que fue dulce, serena, triste y sola
se deslizó en la paz de una aldea lejana,
entre el manso rumor con que muere una ola
y el tañer doloroso de una vieja campana.
Dábame el mar la nota de su melancolía;
el cielo, la serena quietud de su belleza;
los besos de mi madre, una dulce alegría,
y la muerte del sol, una vaga tristeza.
En la mañana azul, al despertar, sentía
el canto de las olas como una melodía
y luego el soplo denso, perfumado, del mar,
y lo que él me dijera, aún en mi alma persiste;
mi padre era callado y mi madre era triste,
y la alegría nadie me la supo enseñar.
se deslizó en la paz de una aldea lejana,
entre el manso rumor con que muere una ola
y el tañer doloroso de una vieja campana.
Dábame el mar la nota de su melancolía;
el cielo, la serena quietud de su belleza;
los besos de mi madre, una dulce alegría,
y la muerte del sol, una vaga tristeza.
En la mañana azul, al despertar, sentía
el canto de las olas como una melodía
y luego el soplo denso, perfumado, del mar,
y lo que él me dijera, aún en mi alma persiste;
mi padre era callado y mi madre era triste,
y la alegría nadie me la supo enseñar.
No lo recordaba completo pero lo encontré aquí.
Hagamos algo para que algún día podamos disfrutar de nuevo de la paz de pueblitos como San Andrés y su gente, así como de la belleza de caminar por la orilla del mar de Paracas. ¿Te gustaría vivir en un pueblo fantasma? ¿Perder a tu familia porque no hay quien la atienda? Muévete!
¿Cómo ayudar?
Morena, el Morsa, Ocram y Godoy te dicen cómo.
Actualización 17/08/07:
Este es el reportaje que les decía. Los créditos son de Heidi Grossman.
Tags Blogalaxia: Terremoto+Pisco, Terremoto+Perú, Seismo+Peru.
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