Los limeños vivimos con el recuerdo de una Lima que ya no es más. Una ciudad que cambia aceleradamente y que nos ha dejado poco de lo que fue ayer.
Nos quedan algunos lugares que hoy son llamados "turísticos" y que resultan una rareza dentro de una gran mixtura de todo lo que la imaginación podría albergar, pues aquí se concentra un especial, extraño, pero sabroso extracto del mundo entero.
Lima de antaño evoca la tradición, las deliciosas comidas, las jaranas con alegre música, (valsecitos, marineras, etc), las plazas aglomeradas en los domingos, el cielo cenizo de los suaves inviernos (a comparación de..), y personajes tan especiales como Chabuca (Isabel Granda Larco), nacida en Apurímac, junto a los cóndores y el sol, pero de alma limeña y barranquina.
Al pensar en Chabuca Granda, no puedo evitar preguntarme qué piensa ella, desde la eternidad, sobre esta, hoy, ciudad de todos y de nadie, la cual ha perdido sus silencios, muchos de los encantos y la mística que alguna vez tuvo. Lloraría quizá, si viera cómo queda el paseo que construyeron en su honor, los domingos por la noche. Hace unas semanas estuve por allí y muchos personajes con apariencia andina (hoy limeñísima), que probablemente no sienten ningún aprecio por ella, andaban entre cómicos ambulantes (quienes no encuentran mejor recurso que mofarse de la homosexualidad) y un muladar de desperdicios que se deslizaban animados por el viento, como imitando el ritmo de "el que habla", nuestro enfermo Rímac.
Pero olvidando la triste realidad y soñando una vez más (no puedo negar que me hubiera encantado ser una mujer de la mitad del siglo XIX) y pensando en aquello que Chabuca trae a la memoria con su música (inspirada en una Lima de fines del siglo XIX) me imagino caminando por el puente de piedra sobre el Rímac (mágico rincón donde disfrutar una hermosa tarde), o paseando por la alameda (bella y libre de asaltantes).
Quizá enamorada de un chalán de poncho blanco, que me lleve a ver los Amancaes en su caballo de paso peruano. O suspirando en el puente de madera, tendido sobre la grieta, allá en Barranco.
Chabuca es responsable de esta memoria pues, sin ella posiblemente estos recuerdos, no existirían en la mente de una joven, quien viviendo en el tercer milenio, no ha alcanzado aún, dos décadas de vida.
Como Gian Marco, nuestro muy querido y engreído cantante nacional, quiero homenajear a tan ilustre personaje, Isabel Granda Larco, con las palabras que él mismo plasamara algunos años atrás en su vals "Señora cuénteme":
Entre zaguanes y entre añoranzas, una tapada va por el sol.
Tiene magnolias entre sus manos y una penita en el corazón.
Entre barranco y la alameda, donde la luna clara es eterna,
la ves sonriendo con un suspiro,
la ves llevando aroma a canela.
Señora, cuénteme, ¿cómo era Lima antes?.
Con sus ojos celestes, dígame, ¿cómo la vio?.
¿Cómo eran las plazuelas los domingos elegantes
en donde bailaban valsecitos de amor?.
Señora, cuénteme, ¿cómo era Lima antes?,
con sus ojos celestes, dígame, ¿cómo la vio?.
¿Cómo eran sus historias abrigadas bajo el puente?,
dígame sus memorias, señora, cuénteme.
Entre el murmullo de una querencia oigo tu nombre
y con las gotas de una garúa, vas refrescando tu dulce andar.
Te has disfrazado de cielo plata
y muy bien sentada desde una nube,
tu voz se hará escuchar por toda la ciudad.
Señora, cuénteme, ¿cómo era Lima antes?.
Con sus ojos celestes, dígame, ¿cómo la vio?.
¿Cómo eran las plazuelas los domingos elegantes
en donde bailaban valsecitos de amor?.
Señora, cuénteme, ¿cómo era Lima antes?.
Con sus ojos celestes, dígame, ¿cómo la vio?
¿Cómo eran sus historias abrigadas bajo el puente?,
dígame sus memorias, señora, cuénteme.
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